Ir al contenido principal

Entradas

Destacados

A mi abuela

A mi abuela, porque allí donde haya ido su gran historia de amor no ha hecho más que empezar… No hizo mucho ruido al irse, por eso a veces me parece que siguiera por aquí.   Había estado tosiendo y el oxígeno no conseguía abrirse paso en sus pulmones. Los riñones habían claudicado y el corazón se había puesto a latir flojito. Los dos últimos días se acunó en un sueño tranquilo, inducido por alguna bendita droga, y así pudimos ir pasando uno a uno a decirle bajito cuantísimo la queríamos. Cuando nos hubimos despedido se murió sin escándalo, tan quedamente que hasta dudamos. No sabíamos si seguía en aquella habitación o si quién reina ahí arriba ya le había concedido el par de alas que merecía.   Marzo apenas se desperezaba y detrás de los cristales Madrid seguía siendo el fascinante alboroto de siempre. La plaga era algo que le pasaba a otros, aunque, sin saberlo, nos estaba pasando a nosotros. Claro que los médicos y enfermeras todavía no vestían de astronaut

Entradas más recientes